lunes, 5 de diciembre de 2011

Pequeños, pero no tontos

En el salón, cada uno haciendo sus cosas. La mayor ve la tele. Yo estoy sentada en la mesa, de espaldas al sofá y voy oyendo el runrún de los miles de anuncios de juguetes. Menudo hartazgo, pienso, llevan desde que terminó el verano con la campaña navideña...
"Un ser repeluznante" dice una voz en off, en lo que imagino es un anuncio de uno de esos muñequitos espantosos, medio monstruo medio guerrero ninja, tan populares ahora. Desconecto y sigo leyendo. Al cabo de un minuto mi hija salta triunfante: ¡¡mami, acaban de decir "cambia de color en agua"!! ¿Y?, pregunto, haciéndome la loca. Pues que "en agua"... Suena raro, dice.
Así que, OK, con "repeluznante" aceptamos pulpo como animal de compañía...Pero con lo segundo, ¡¡nos llevamos nuestro Scattergories!!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo con la niña ;-) No usar el artículo determinado con el sustantivo "agua" es mucho más extraño que un posible neologismo como "repeluznante". Al fin y al cabo, los lexemas de clase abierta son, por su propia naturaleza, una clase productiva con un número virtualmente inagotable de ejemplos, hasta el punto de que incluso los adultos podemos llegar a oír muchos en un solo día.

Que algunos de ellos los logremos identificar como juegos de palabras no es una cuestión de competencia lingüística sino pragmática y/o de conocimiento del mundo (como quien es capaz de captar en una conversación una referencia a un determinado escrito ruso -en estos casos casi siempre suele tratarse de autores rusos ;-)

Por lo tanto, es normal que la niña no reaccione con especial sorpresa ante una palabra nueva, y sí lo haga, en cambio, ante un uso nuevo de una palabra ya conocida: el artículo definido, en la medida en que constituye un mecanismo gramatical, cuenta en cualquier ambiente educativo con suficientes ejemplos de aprendizaje como para estandarizarse a una edad efectivamente temprana; eso, por un lado, le permite a la niña desarrollar intuiciones al respecto y, segundo, hace que los usos desviados sean tanto más marcados a oídos de un hablante nativo (por joven que sea, como vemos aquí ;-)

Lo curioso es que el sustantivo "agua" requiera determinación (i.e. sea implícitamente definido) en ciertos ejemplos y no en otros, cosa que hace pensar que está sujeto a fuertes fenómenos de modulación contextual. P.ej. en la playa diríamos Los niños están en el agua y nunca diríamos *Los niños están en agua. Ni diríamos *El submarino se sumergió en agua, sino que preferiríamos siempre El submarino se sumergió en el agua. La versión sin artículo tiene una fuerte interpretación de la intensión de "agua" como materia, y eso evoca como oposiciones semánticas otras materias, p.ej. "aceite", con las que se produce un efecto parecido: diríamos p.ej. fríelo en aceite en lugar de fríelo en el aceite (= ¿cuál? Tendría que haberse definido previamente en el contexto. No es imposible ni agramatical, pero presupone una gran cantidad de información).

Lo fascinante del asunto es que parece tener que ver con la agentividad atribuida a "agua". De acuerdo con mis intuiciones, y dados los siguientes pares de oraciones gramaticales y agramaticales (*):

1a Cambia de color en el agua
1b *Cambia de color en agua

2a El agua lo hace cambiar de color
2b *Agua lo hace cambiar de color

3a Si lo metes en agua cambia de color
3b Si lo metes en el agua cambia de color


me parece posible afirmar que, en el ejemplo, al circunstancial con "agua" como núcleo se le atribuye cierta agentividad (ya que es la causa del cambio de color) y, de acuerdo con la ley de que los agentes suelen ser lingüísticamente definidos, eso activaría la presencia del artículo. Así parece indicarlo el hecho de que el artículo deba expresarse obligatoriamente si parafraseamos la oración original de modo que "agua" pase a ser un sujeto (2), pero no si el sujeto es un tercer participante y al mismo tiempo se refuerza el papel de "agua" como circunstancial (3).