martes, 13 de noviembre de 2007

El instinto del lenguaje

Desde Aspects of the Theory of Syntax, el argumento de la pobreza del estímulo en la adquisición infantil de la gramática no ha podido ser rebatido por ningún especialista. En efecto, parece incontestable el hecho de que la gramática emerge en el niño sin esfuerzo aparente, a partir de datos lingüísticos insuficientes en su entorno. Otro fenómeno que apunta a que el infante no “aprende” a hablar sino que “parametriza” las estructuras de su lengua (fija aquellos recursos lingüísticos disponibles en la GU que conforman la lengua específica que se habla en su entorno) es el fenómeno de la regularización.
De lo que se ha hablado poco, sin embargo, es del hecho que los niños, en muchas ocasiones, corrigen estructuras agramaticales o anómalas desde el punto de vista semántico, a los padres. Este es un ejemplo, cuando menos, sorprendente: el otro día mi Inés está jugando con su primita en su habitación. Cuando subo, descubro la cama toda deshecha y la espeto:
—Inés, ¿ya os habéis subido con la primita María a la cama?
A lo que me responde:
—No mami, nos hemos subido sólo yo y María.
La cuestión es, si yo me refería a ella y a su prima, ¿por qué me responde de esa manera en apariencia tan incongruente? Pues porque con tan sólo cinco años, Inés “sabe” que un mismo argumento (la primita María) no puede estar repetido en las posiciones de sujeto y de complemento en caso comitativo, con lo cual infiere que el sujeto en plural tiene como referente implícito a ella y a otra u otras personas, de ahí su respuesta. La pregunta gramaticalmente correcta hubiera tenido que incluir el verbo en segunda persona del singular y ella ha sabido apreciar esa anomalía y corregirla inintencionadamente.
(Esta estructura oracional no es tan ajena a nuestro uso lingüístico como puede parecer en un primer momento. ¿Quién no ha oído a alguna madre alguna vez decirle a su hijo: “És que sou pastats, amb el teu pare!”? Estamos aquí ante un nuevo caso de desdoblamiento anómalo de un mismo argumento en dos funciones sintácticas dentro de una misma oración).
Está claro que los niños conocen bien lo que es aceptable o no en términos de estructura mucho antes de haber recibido instrucción específica alguna sobre la gramática de su lengua y esto, por más que recelemos de ciertos postulados innatistas, es impepinable.

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