miércoles, 6 de junio de 2012

¿Cuántos tendremos un estén dentro de nada?

Creo que era en 2005, cuando el humorista y actor Guillermo Summers ingresaba en una clínica madrileña después de haber sufrido un infarto agudo de miocardio. Al ser interrogado por un periodista acerca de la intervención a la que fue sometido, el humorista comentó con ironía que no había sido nada, que le habían colocado un "estén" pequeñito, de última generación, que probablemente duraría más que él. Para entendernos, un stent es un tubito de pequeñas dimensiones, en forma de red, que se implanta en los vasos en los que la luz se ha reducido tanto que prácticamente impide el paso de la sangre. Una vez introducido en el punto donde se encuentra la obstrucción, el stent se expande "abriendo" así otra vez la arteria y restableciendo el flujo normal hacia los tejidos.
Parece que, tras el éxito del préstamo bypass (que ha logrado imponerse al castizo "derivación" en términos como bypass coronario o bypass gástrico), el término stent se ha abierto ya un amplio hueco no solo en la literatura médica (donde su equivalente castellano "endoprótesis vascular" es ignorado sistemáticamente), sino también entre la gente de a pie, quienes utilizan la forma "estén" convenientemente acomodada a las particularidades fonológicas y ortográficas del castellano.
Admitámoslo, "endoprótesis vascular" es pésimo desde el punto de vista mnemónico... ¡Tiene todas las de perder!
Por cierto, ninguno de los dos términos está recogido todavía en el DRAE. Ya están tardando, como siempre...

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