miércoles, 17 de octubre de 2007

¿Qué me quieres, amor?

Reconozco que cuando se publicó esta novela de Manuel Rivas me chocó bastante el título: esa frase ¿en qué variedad de castellano estaba hecha?, porque, desde luego, no la reconocí como normativa. ¿Preguntaba el autor si su amada le correspondía o no (en cuyo caso se había tragado la coma tras el “qué”) o más bien la conminaba a expresar el grado de su sentimiento?, ¿estaba aquí la conjunción ocupando la posición del canónico “cuánto”?, ¿se trataba, entonces, de una licencia poética del autor?, ¿de alguna frase de su infancia?
Años más tarde me topaba con un manual de Estadística donde el traductor vertía perlas como “la imaginación estadística es una apreciación de qué tan usual o inusual es un evento”. Otra vez la dichosa partícula usada del mismo modo. “Ya sé –pensé- seguro que se trata de una construcción propia de algunas regiones de la península o de Latinoamérica”.
Y volvió a aparecer recientemente, de la mano de la inefable Ane Igartiburu, quien en un conocido espacio comenta una vez tras otra “¡qué me gusta el cha cha cha!, ¡qué me gusta esto!, ¡qué me gusta aquello!” La expresión maldita la vuelvo a escuchar días más tarde, para mi asombro, en boca de otro conocido presentador, ex CQC. “Si la frasecita ortopédica empieza a salir por la tele, hem begut oli –pienso”.
El otro día, leyendo El País, giro la página para encontrarme con el anuncio de una nueva película, estos días en cartelera. ¿Adivináis cuál? Se llama “Qué tan lejos”.

No hay comentarios: