miércoles, 17 de octubre de 2007

Book Review


Acabo de leer un libro muy interesante, además de controvertido, de Daniel Nettle (lo conocemos más como coautor, junto con Suzanne Romaine, de Vanishing Voices: The extinction of the World´s Languages). Quisiera compartir con vosotros ciertas reflexiones del autor y algunos intentos de reflexión de mi parte, sobre todo en respuesta a la cuestión de la relación entre lengua y medio como explicación única de las causas de la diversificación lingüística.

NETTLE, Daniel (1999): Linguistic Diversity, Oxford: Oxford University Press.


(Los fragmentos extractados están traducidos por mí.)

Nettle plantea en la introducción las dos preguntas fundamentales que son la espina dorsal del libro y que, según él, debe hacerse cualquier especialista que estudie la diversidad lingüística:

1. ¿Por qué se produce la diversidad?
2. ¿Por qué hay tanta diversidad como hay y por qué está distribuida de la manera que está y no siguiendo patrones geográficos totalmente distintos?

En relación a estos dos temas (por qué cambian las lenguas y cómo es que se han diversificado en el espacio del modo en que lo han hecho), el autor argumenta: “si la facultad del lenguaje es un atributo biológico común en nuestra especie, el hecho de que se produzca diversidad a nivel local es un hecho de veras desconcertante, por dos razones. La primera es que los mecanismos mentales que operan en la adquisición del lenguaje, así como su misma estructura, son presumiblemente idénticos en todas las poblaciones humanas.[…] Podemos esperar encontrar diferencias en los vocabularios que reflejen diferentes estilos de vida y culturas materiales, del mismo modo que los herreros o los carpinteros poseen diferentes léxicos específicos derivados de sus actividades. Lo que ya no esperamos encontrar, pero nos encontramos, son diferencias fonéticas, fonológicas y gramaticales que parecen no estar motivadas por las diferencias en los modos de vida. […] La segunda razón por la cual nos parece intrigante encontrar diversidad lingüística entre las diferentes poblaciones es que la separación entre ellas no es demasiado grande. Se supone que nuestro ancestro común vivió hace tan solo 140.000 años. […] Si establecemos la distancia generacional en 25 años, esto supone que vivió hace unas 5.600 generaciones. En vista del tamaño reducido de la población (y de la localización geográfica) que con probabilidad caracterizó a la humanidad en aquel tiempo, parece razonable pensar que el total de las 6.500 lenguas actuales (además de las que deben haber desaparecido hasta ahora), con toda la diversidad que poseen, han evolucionado en ese periodo de tiempo. Que tal grado de diversidad haya aparecido en un periodo de tiempo tan corto indica que en las lenguas operan mecanismos de diversificación muy poderosos” (pp. 2-3).

Según este autor, la respuesta a la primera pregunta se encuentra: “en la naturaleza misma del lenguaje humano y la forma en que éste se lleva a la práctica, mientras que la respuesta a la segunda pregunta reside en el estudio de la historia y de la prehistoria, ya que la distribución geográfica de la diversidad lingüística es producto de las expansiones, movimientos y organizaciones de las sociedades humanas a lo largo del tiempo” (p.1)

Como yo lo veo, estos dos temas se han mezclado, es decir, se ha intentado explicar por qué las lenguas se han escindido en dialectos a partir de argumentaciones biológicas (se ha hecho una equiparación entre los nichos de las especies y los nichos de las lenguas, se ha hablado de la adaptación de las lenguas a los diferentes entornos, climas y formas de subsistencia) y de explicaciones de tipo sociolingüístico como son las migraciones, el contacto o el aislamiento entre las comunidades de hablantes, etc. Sin embargo, a partir del libro de Nettle (y esto es una inferencia mía) estos datos sólo pueden llevarnos a conocer por qué las lenguas se han distribuido a lo largo y ancho del planeta como lo han hecho. En otras palabras, el estudio de estos hechos permite establecer patrones de expansión y localización lingüísticas, pero no conduce a la pregunta clave: por qué la protolengua de nuestros primeros ancestros hubo de cambiar y diversificarse perdiendo así su potencial de vehículo comunicativo universal.

De hecho Nettle establece una clara distinción entre diversidad en el espacio (language diversity) y diversidad en el tiempo (structural diversity) y concluye que la diversidad estructural “es potencialmente independiente tanto de la diversidad lingüística como de la diversidad filogenética, habida cuenta que existen parámetros, como el orden de las palabras [SVO, SOV, VSO], en que lenguas de una misma familia difieren y lenguas de familias completamente diferentes convergen. La diversidad estructural constituye así una dimensión independiente de la diversidad en la piscina lingüística” (p.10)
[Nettle habla de piscina lingüística en clara alusión al concepto biológico de piscina genética, que es como se conoce a todas las diferentes versiones de todas las especies de una población.]

Este es el primer punto importante que quería plantear en esta intervención. Resumiendo, para mí no se trata tanto de responder a por qué las lenguas se han diversificado formando las familias y grupos actuales, con sus respectivas localizaciones en la topografía, sino de esclarecer qué induce el cambio lingüístico (cambio que a su vez provoca la escisión de las lenguas en dialectos mutuamente ininteligibles) y, quizás más importante, por qué las lenguas cambian siguiendo patrones altamente predictivos. Son estas las reflexiones que creo nos llevarán a la gran pregunta: por qué hay cambio y no estabilidad lingüística.
Asimismo, creo que en la base de los cambios estructurales hay unas constricciones cognitivas muy precisas (que están siendo estudiadas en la actualidad por diversos autores, entre ellos Bybee) con un potencial explicativo muy razonable; de hecho, la prueba más patente de la fiabilidad de esta teoría es la misma robustez de los universales del cambio lingüístico. Pero esto es tema para otra intervención.

Volviendo a lo que nos ocupa, Nettle hace un estudio magnífico por lo que respecta a la diversidad filogenética de las lenguas (que forma el grueso de su libro) pero adolece de ciertas lagunas cuando plantea las causas, los motivos y los mecanismos (pragmáticos y funcionales) del cambio lingüístico. Para mí el fallo principal de este libro tan interesante es que el autor no propone una teoría cohesiva o abarcadora de la diversidad lingüística (en todas sus facetas) sino que sugiere varias explicaciones para cada ámbito que se recogen en capítulos, por así decirlo, estancos.

En la segunda parte de esta intervención voy a resumir y extraer las ideas más relevantes del capítulo que Nettle titula Language Evolution: Basic Mechanisms, en el que intenta equiparar la teoría de evolución de las especies con una teoría de la evolución y cambio en las lenguas que él llamará el Modelo Neutral (término que toma del modelo de evolución biológica de Kimura, 1983). Intentaré reflejar el escaso potencial explicativo de esta teoría a partir de los puntos débiles y excepciones que el mismo Nettle va apuntando a lo largo de sus explicaciones. Sé que la ecuación biodiversidad = diversidad lingüística es muy atractiva cuando el símil se plantea a grosso modo, pero a poco que se analizan con detalle los postulados de una teoría de la evolución lingüística en términos de mutaciones y adaptaciones al medio, se ponen de relieve las diferencias tan esenciales que separan el estudio de los seres vivos con el estudio de una entidad como es la lengua.

Nettle empieza el capítulo argumentando que, del mismo modo que los millones de especies biológicas han evolucionado de ancestros comunes, así la historia de las lenguas del mundo se caracteriza por la descendencia con modificaciones. Dice: “En la evolución biológica, la divergencia en las especies se produce a partir de dos mecanismos. En primer lugar, existen fuentes de la variación (sources of variation) entre los individuos. La principal es la mutación, que consiste en el cambio azaroso de pequeñas porciones del material genético de los animales, de una generación a la siguiente. La variación por sí sola no da como resultado especies distintas: sólo produce heterogeneidad dentro de las poblaciones. Para que esta heterogeneidad conduzca a la divergencia entre especies, es necesaria la intervención de un segundo grupo de mecanismos: los amplificadores de la variación (amplifiers of variation), que toman las pequeñas diferencias interindividuales y, con el tiempo, las fijan y expanden hasta que se consolidan como diferencias fundamentales entre poblaciones”. (p.15)
Me ha parecido oportuno citar este párrafo de forma íntegra ya que en él Nettle introduce los dos conceptos clave de su Modelo Neutral: las fuentes de la variación y los amplificadores de la variación. Según él, para que la evolución lingüística sea posible, deben existir también estos dos mecanismos.

En el ámbito lingüístico, la primera fuente de variación se hallaría en la adquisición imperfecta del lenguaje, ya que cada generación implementa pequeños cambios o desviaciones azarosas (a modo de las mutaciones genéticas), de las cuales sólo un ínfimo número acaba siendo adoptado por la comunidad de hablantes para consolidarse en la estructura o el léxico de la lengua. Estas variaciones, al ser arbitrarias, tienen pocas posibilidades de coocurrir en dos poblaciones diferentes, de lo que sigue que si esas poblaciones se encuentran, además, geográficamente aisladas, las variantes que éstas acumularán a través de las diferentes generaciones de hablantes crearán una deriva lingüística entre ellas que las convertirá, en última instancia, en códigos mutuamente ininteligibles.
La segunda fuente de mutación lingüística es la actuación imperfecta de los hablantes, causada por las demandas que impone el habla (de velocidad, de coordinación motora, de economía en el mensaje, etc.) sobre el código. Este hecho se pone de manifiesto en los actuales corpora orales, en los que se constata que muchas construcciones gramaticales se desvían de sus variantes canónicas. Esta variación, por supuesto, no es sólo estructural, sino también fonética o léxica.

Problemas que encuentra Nettle con esta parte de la teoría:

1. The averaging problem, que podríamos traducir por el problema de la homogeneización o normalización del habla individual de acuerdo con las normas lingüísticas que tácitamente imperan en las comunidades de hablantes. El otro día ya cité a Sapir, precisamente a este respecto, cuando decía en Language que las variaciones individuales tienden por naturaleza a supeditarse a la norma. Nettle cuenta con este problema como uno de los principales escollos para su Modelo Neutral.

2. Problema del carácter azaroso de los cambios lingüísticos: es, a todas luces, evidente que si bien las mutaciones genéticas son casuales, los cambios lingüísticos no lo son: antes al contrario, están fuertemente motivados por cuestiones de relevancia interaccional, facilidad articulatoria, por cuestiones de optimización en el almacenamiento y rapidez en la recuperación de los ítems y un largo etcétera. En definitiva, como dice el propio Nettle: “el habla es una actividad dirigida a un objetivo y es mucho más probable que los hablantes creen variaciones que faciliten la producción y agilicen la comunicación que no al contrario.” (p. 19).

3. Estrechamente relacionado con el punto anterior está problema de la coocurrencia universal (y yo añadiría la direccionalidad) de los cambios: si las mutaciones que se producen en las lenguas son azarosas, ¿cómo es posible que muchos de los patrones de cambio lingüístico sean recurrentes en lenguas distintas y alejadas entre sí? Sapir ya intuyó este problema en su momento:

“La corriente de trasformación lingüística tiene una dirección. En otras palabras, solo interviene en ella ciertas variaciones individuales, aquellas que se mueven en una dirección particular, […] La mutación de una lengua consiste en la selección de aquellas variaciones individuales que siguen determinada dirección y esa selección es algo que llevan a cabo de manera inconsciente sus hablantes. La historia de una lengua permite ver cuál es, en lo fundamental, aquella dirección”.

4. El problema de la amplificación por aislamiento geográfico: el mismo Nettle admite que “mientras que el aislamiento geográfico puede conducir a la diversidad lingüística, se dan muchos casos en que la diversidad se crea y se mantiene en ausencia de éste. Esto es obviamente problemático para el Modelo Neutral. […] Un ejemplo muy relevante lo hallamos en Nueva Guinea. Nueva Guinea es la isla lingüísticamente más diversificada del mundo, con más de 1.000 lenguas indígenas habladas por las diferentes tribus. No obstante, está claro que entre los distintos grupos humanos hay y ha habido intensas y permanentes redes de trato comercial (Hay 1993)”. (p.27)

Después de glosar estos problemas, Nettle concluye que existen obvias dificultades para establecer el Modelo Neutral como una teoría del cambio lingüístico. Aunque encuentra dos mecanismos de amplificación de la variación que pueden, según él, paliar en parte la problemática que se deriva de las fuentes de variación.

Recordemos que los amplificadores de la variación son ese conjunto de mecanismos que fijan y expanden las mutaciones aleatorias que producen los usuarios de la lengua. Ya hemos mencionado uno: el aislamiento geográfico de las poblaciones, aunque el mismo autor ha acabado descartándolo.
Un segundo amplificador sería lo que Nettle denomina “la selección social” (vemos cómo de nuevo utiliza términos darvinianos para expresar conceptos lingüísticos). La idea subyacente es que el hablante no incorpora absolutamente todos los elementos de la actividad lingüística que tiene lugar a su alrededor sino solo aquellos que lo identifican como miembro de su grupo y que sirven, por así decirlo, como reforzadores de su sentido de pertenencia. Por consiguiente, la selección social que lleva a cabo el hablante preservará y amplificará todos los cambios, peculiaridades y rasgos lingüísticos típicos de su grupo.

El tercer amplificador de las mutaciones lingüísticas es la “selección funcional”, que predice que solo aquellas mutaciones que convierten a la lengua en un sistema funcionalmente más apto para sus cometidos lograrán ser adoptados por los hablantes. “Aquellas estructuras gramaticales que generan oraciones difíciles de analizar o memorizar tienen muy pocas posibilidades de ser aprendidas por los hablantes. Análogamente, cuando se dan en la lengua dos variantes que entran en competición, aquella que implique una menor carga de procesamiento acabará imponiéndose. Cuando coexisten dos variantes de la misma palabra, la que resulte más fácil de pronunciar será, presumiblemente, la que acabe siendo adoptada, de acuerdo con los principios generales del mínimo esfuerzo que regulan el aprendizaje motor” (Lindblom 1990).
Este tipo de selección inconsciente entre variables por parte de los hablantes constituye un poderoso mecanismo de cambio lingüístico. De hecho, es el análogo de la selección natural en términos de evolución lingüística. En biología, algunas mutaciones tienen muchas más posibilidades de ser replicadas, ya que ayudan a crear animales que son más aptos para la reproducción y la supervivencia. […] De forma similar, el proceso lingüístico de selección funcional es adaptativo, en la medida en que las lenguas se van haciendo más y más eficientes para el aprendizaje y el uso de los hablantes”. (p.31).

Del Modelo Neutral de Nettle destaco el esqueleto, es decir, intuitivamente me parece muy verosímil establecer unas fuentes de variación (que establecerían las causas o el origen de los cambios) y unos mecanismos de diversificación que los fijen y amplifiquen. Para mí, lo esencial, y eso es algo en lo que quizás valdría la pena trabajar en un futuro, es, primero, no postular los amplificadores como fuentes de cambio (creo que en el foro debemos ser críticos o al menos recelar de este tipo de explicaciones ambientales o socioculturales) y, segundo, intentar sobrepasar el modelo evolutivo biológico para dar cuenta de los fenómenos lingüísticos y crear un teoría de la diversidad lingüística explicable solo en sus propios términos.

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