miércoles, 17 de octubre de 2007

Dudas sobre el criterio tipológico de la marca

Después de haber leído a Croft, tengo ciertas dudas sobre la robustez del principio tipológico de la marca (markedness, traducido de forma variable en los textos como marca, marcaje o marcadez). 

Croft dedica la sección de un capítulo de Typology and Universals (1990/2003) a la marca, enfocándola como una de las tres características estructurales que pueden observarse de forma consistente entre las lenguas, junto con la economía y la iconicidad. En este capítulo, el autor empieza proponiendo una definición y teorizando sobre el carácter universal de la marca tipológica (así lo llama para diferenciarlo del concepto de marca que usaban en la Escuela de Praga o en la Gramática Generativa), para luego hacer una aclaración que parece obvia pero que no siempre está clara: que lo que es marcado o no marcado son los valores de una determinada categoría y no las categorías entre sí. 
Continúa proponiendo dos criterios básicos que dan cuenta del principio: la codificación estructural y el potencial de comportamiento de los valores de una determinada categoría. Estos dos criterios nos dirán cuál es el valor marcado y cuál el no marcado. 
Termina descartando el criterio de neutralización como prueba determinante del valor no marcado de una categoría (el mismo criterio que Corbett descarta como clave para resolver la resolución de género). 
A continuación reproduzco varios párrafos y los comento. Las dudas que me suscita el concepto de la marca tipológica surgen básicamente del hecho que es un principio teórico costoso, habida cuenta que ha de lidiar con numerosas excepciones (aunque hacer generalizaciones sobre 6000 lenguas sin postular excepciones es negar el componente de arbitrariedad en el "comportamiento" de ciertas estructuras lingüísticas). 

Empiezo reproduciendo las partes en que habla de los dos fenómenos que ponen de relieve el principio de la marca, donde intentará demostrar que se da una menor codificación estructural y un mayor potencial de comportamiento u ocurrencia de los valores categoriales no marcados frente a los marcados. 

Criterio de codificación estructural: 
«Structural coding: the marked value of a grammatical category will be expressed by at least as many morphemes as is the unmarked value of that category. […] The actual process of determining the markedness patterns of values of a given category involves counting morphemes of the two values and comparing how many morphemes are involved. […] Some values are zero coded, that is, no overt morpheme expresses the value. For example, singular in English is zero coded, and both singular and plural are zero coded in Minor Mlabri. Other values are overtly coded, as are both singular and plural in Zulu. […] The important and sometimes difficult question that must be answered in finding evidence for structural coding is whether or not the morphemes being counted really are there to encode the value whose markedness is at issue. […] In addition to the problem of determining what the functions of the morphemes in a construction actually are, there are also difficulties in counting how many morphemes are involved due to the processes that have obscured or eliminated morpheme boundaries. These processes are cumulation, suppletion, ablaut [y umlaut] and reduplication. » 

Aquí nos topamos con la morfología. Croft señala el problema que entraña el recuento de morfos y su asignación a morfemas (sobre todo en las lenguas flexivas). En efecto, no solo existe el caso anómalo de los morfos sincréticos (un solo morfo realiza varios morfemas) sino también el fenómeno contrario: varios morfemas que no son realizados fonológicamente, o, lo que es lo mismo, varios morfemas que equivalen a un morfo cero. 

A este respecto, Matthews (1974/1991: 122-143) ya habla de la problemática del enfoque morfológico denominado Item-and-Arrangement (que se basa, justamente, en el desmembramiento de los lexemas en morfos y en la conexión unívoca de cada morfo con un morfema) en relación con el espinoso tema del morfo cero. Hay quien estipula (Eugene Nida) que existe el cero morfológico cuando un morfema no se realiza en una lengua (en español tendríamos morfo cero de singular: niño-Øsing) y lo diferencia del cero alomórfico, cuando la marca morfológica que expresa el valor de una categoría a veces no se realiza (morfo cero de plural en inglés en ciertos nombres como deer-Øplural o fish-Øplural). Sin embargo, estos dos conceptos se mezclan de manera que al final, como dice Matthews, los paradigmas flexivos acaban llenos de marcas cero por todas partes. 

Por poner un ejemplo, en español tendríamos ciertos sustantivos denominados singularia tántum, como "déficit" o "fe", para los cuales deberíamos postular un morfo cero de singular y otro morfo cero de plural. Así las cosas, muchos especialistas prefieren simplemente prescindir de ese concepto. Hete aquí algunos de los inconvenientes de un criterio que tiene en consideración la presencia o ausencia de una marca formal. 

En un contexto más general, pero aún en el marco de la discusión sobre la marca formal, no siempre lo tipológicamente marcado coincide con lo lingüísticamente codificado o expresado: a partir de los datos del ruso o del castellano podríamos inferir que la construcción anticausativa es tipológicamente marcada respecto de la causativa, aunque vemos que en otras lenguas, como el inglés, esto no es así:

Castellano: causativa abrir; anticausativa abrir-se 
Ruso: causativa otkryvat; anticausativa otkryvat´-sja 
Inglés: causativa open; anticausativa  open 

Criterio del potencial de comportamiento
«The second criterion for typological markedness is behavioral potencial. Behavioral potential is any sort of evidence from the linguistic behavior of the elements in question that would demonstrate that one value of a conceptual category is grammatically more “versatile” than the other, and hence is typologically unmarked compared to the other value. […] behavioral potential can be divided into two general types, […] inflectional potential, pertains to the number of morphological distinctions that a particular grammatical category possesses. […] distributional potential, pertains to the number of syntactic contexts in which a grammatical element can occur. […] Inflectional potential: if the marked value has a certain number of formal distinctions in an inflectional paradigm, then the unmarked value will have at least as many formal distinctions in the same paradigm. […] Inflectional potential can be illustrated for the categories singular and plural with the third person pronouns of English: 

Singular Plural Masculine he they 
Feminine she they 
Neuter it they

There is a clear asymmetry in the chart in that the singular has three distinct forms for three genders, whereas the plural has only one form covering all three genders. In other words, the value singular manifests a three-way morphological distinction of gender but the value plural does not. The singular has a greater number of distinctions than the plural, and hence is typologically unmarked; conversely, the plural has fewer morphological distinctions and is therefore marked. »

Paradójicamente, Croft nos ofrece un mal ejemplo ya que, como él mismo afirma más adelante, resulta que nos demuestra que el singular es el no marcado, pero deja en igualdad de condiciones los tres valores de la categoría género, cuando se supone que el masculino es el no marcado: «[…] the evidence here does not tell us anything about the typological markedness of gender, only of number. […] Each gender has the same number of singular-plural distinctions (namely two), hence the inflectional potential of each gender value is equal. In addition, the singular gender forms are all suppletive, and so one cannot use the structural criteria to determine typological markedness of gender values either». 

En el sistema de pronombres personales del castellano, si aplicamos el criterio del potencial flexivo en el número usando las oposiciones de género, resulta que el plural contiene más distinciones de género y por tanto es el no marcado (ya lo vimos en clase de Antropología Ling); y si probamos el potencial flexivo del género usando las oposiciones de número, nos da que masculino y femenino se encuentran igualados en cuanto a distinciones y, por tanto, no podemos postular un género marcado en nuestra lengua. 
Ni que decir tiene que todos estos análisis no tendrían cabida en las llamadas lenguas con una ontología de la sustancia (que parece no son pocas) en las que los sustantivos son continuos (mass nouns) por defecto y necesitan de una partícula que los singularice, de lo que en castellano se llama “acotadores”. ¿Cuántos valores tiene en estas lenguas la categoría número, en el supuesto que posean efectivamente esta categoría? En esta misma línea, ¿cuál es el valor no marcado de género en una lengua con clases nominales? 

«The second type of behavioral potential is distributional potential. This involves determining the number of environments in which the linguistic elements in question occur. The element which occurs in a larger number of syntactic environments or constructions has the greater distributional potential. We can illustrate this with a well-known example concerning the category of voice in English. Most transitive verbs occur in both the active and the passive voice. However there are a number of verbs which occur in the active but do not occur (at least not without some degree of unacceptability) in the passive voice. » 
Y da los ejemplos siguientes: 

My brother bought this cabin 
That cloud resembles a fish 
Fred killed himself 

Como solo la primera oración puede pasarse a pasiva, Croft concluye: «On this evidence, the active voice has the greater distributional potential. » Lo primero que llama la atención de este análisis es que de él se deriva que los verbos transitivos son no marcados frente a los pseudo-copulativos o a los verbos usados en construcciones reflexivas, no que la voz activa sea no marcada frente a la pasiva. Son los verbos (más concretamente su aktionsart) los que demuestran su potencial de ocurrencia: la voz funciona como mero contexto diatético en que éstos muestran una mayor o menor versatilidad, tal como reza el principio. 
Esta conclusión, de todas formas, no sería válida en tanto en cuanto no estaríamos comparando valores de una misma categoría sino varias categorías entre sí. Por otro lado, parece que la limitación en la distribución de ciertos elementos lingüísticos obedece más bien a restricciones funcionales o pragmáticas. 
En este caso particular, el autor podría haber esgrimido el criterio de frecuencia discursiva (la voz pasiva es marcada no porque contenga una marca o porque ciertas activas no puedan pasivizarse, sino porque es menos común informativamente hablando). 
También en otros casos la marca obedece a razones que tienen que ver con el empaquetamiento de la información: el paso de SVO a OSV por ejemplo, donde la sinislocación del tema constituye un patrón oracional menos común que responde a requerimientos discursivos. 
En definitiva, creo que el potencial distributivo o de ocurrencia de un elemento es explicable sin necesidad de aludir a la marca tipológica, simplemente a partir de factores de uso, que pueden variar de una lengua a otra (es decir, que la frecuencia intralingüística puede no coincidir con la frecuencia interlingüística) y que pueden no tener que ver con la expresión formal de una marca. 

Curiosamente, el argumento del mayor potencial de ocurrencia nos sirve, a simple vista, para justificar la aparición del género masculino en muchos más contextos que el femenino (nos referimos a las neutralizaciones). Sin embargo, Croft se deshace del criterio de neutralización en la última sección del capítulo: « Neutral value: not a criterion for typological markedness. Certain other grammatical criteria have been proposed as manifestations of markedness, at least in the Pargue School sense. We may describe them as neutral value criteria: the unmarked value is the one found in neutral contexts where he contrast between paradigmatic alternatives does not apply for one reason or another. […] The form that normally refers to the unmarked value will refer to either value in certain contexts. The common example is the use of the English man to indicate either the male of the species or the species as a whole, including females. The facultative use does not always follow the markedness pattern, however. For example, English they is used to refer to unidentified individuals regardless of number, so that They told me to sit down can be used when only one individual told me to sit down. This suggests that the plural is the neutral (unmarked) value, although lack of inflectional potential (lack of gender distinctions) suggests that it is the marked value. » 

Después de citar varios ejemplos extraídos de Corbett 1991 que ponen en entredicho el criterio de la neutralización, concluye así su argumentación: «In sum, neutral value contexts do not have any consistent cross-linguistic pattern that can be linked to structural coding or behavioral potential. This conclusion is not entirely surprising. The neutral value criteria differ from structural coding and behavioral potential in nature. The latter two involve a relative quantitative measure of the grammatical properties of the marked and unmarked value: the unmarked value of the category has relatively fewer morphemes and relatively greater inflectional and distributional potential than the marked value. The neutral value criteria, on the other hand, cannot be so relativized. […] These differences in theoretical structure suggest that these neutralization phenomena are not associated with typological markedness phenomena. » 

De la primera parte de la argumentación de Croft sorprende claramente que se baste de un solo contraejemplo para desechar el principio. También en español usamos el plural aún refiriéndonos a una sola persona: Nos dijeron que esperáramos sentados, (cuando podemos estar hablando de una enfermera, por ejemplo). Aunque otras veces es el singular el elegido como forma inclusiva: El niño empieza a hablar a los dos años (refiriéndonos a todos los niños). Sin embargo, como ya he comentado, también existen contraejemplos claros que restan robustez a los otros criterios y sería metodológicamente incoherente no tenerlos en cuenta. 

De todo ello se desprende, a mi parecer, lo siguiente: que el criterio de la presencia o ausencia de marca morfológica es poco sólido, en vista de que no puede aplicarse a un gran número de lenguas, sin ir más lejos a las lenguas aislantes. 
Hemos visto también que es problemático aplicarlo en lenguas flexivas donde un solo morfo puede ser la realización de varios valores categoriales (sincretismo) o donde a veces la ausencia de marca flexiva equivale, según algunos autores, a cero morfológico o a cero alomórfico. 
En cuanto a otro tipo de marcas (presencia de partículas o inversión del orden), no siempre coincide su presencia con lo que a priori consideramos una expresión marcada. En mandinga, por ejemplo no sólo las frases negativas o interrogativas llevan marcas, también se marcan las afirmativas. En esta misma lengua, de forma paradójica, la forma de expresar el grado de intensidad en una frase adjetival es elidiendo marcas (Gràcia, Ll. y Contreras, J. M. 2005): 

 - INTENSIDAD                                       +INTENSIDAD 
a xoore+n ya ni > a xoore+n ni > a xoore ni > a xoore 
él es grande > él es muy grande > él es enorme > él es gigantesco.  

(Este ejemplo choca, sin duda, con el principio de iconicidad en las lenguas, que estipula que cuanto mayor o más importante sea el concepto que se expresa, mayor cantidad de material lingüístico necesitaremos.)

Tanto el criterio del potencial flexivo como el del potencial de comportamiento no están exentos de contraejemplos y puntos débiles, como se ha comprobado. El criterio de la neutralización parece descartado por algunos autores. Por tanto, la marca tipológica, tal como lo entienden autores como Croft, puede probarse, no sin dificultades, en un número limitado y determinado de lenguas y con categorías o construcciones concretas. 
Tal como se defiende desde otros enfoques, en particular el funcionalista, el concepto de marca quizás deba sustituirse sin más drama por el de mayor o menor frecuencia discursiva, que va estrechamente ligado al concepto de mayor o menor naturalidad (naturalness) de los elementos lingüísticos, que, a su vez, guarda una estrecha relación con aspectos funcionales como el menor coste procesual de los mismos.

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