Según Bauer (1998), algunos autores postulan que en los casos de dobletes homófonos como deer (sing.) deer (plural) o fish (sing.) fish (plural) hallamos en realidad lo que denominan un morfo cero de plural, es decir, un morfema de plural que carece ocasionalmente de morfo (cuando el paradigma flexivo de plural en inglés se expresa mediante varios alomorfos).
La ceromorfia es un fenómeno recogido por Eugene Nida en su texto Morphology (1965) como uno de los principios de la morfología: “a morpheme may have zero as one of its allomorphs provided it has a non-zero allomorph”. Esto es, no podemos establecer un morfo cero a menos que éste contraste con un alomorfo realizado fonológicamente. En japonés, donde sakana significa pescado tanto en singular como en plural no podemos establecer un cero alomórfico de plural *sakana-Ø, puesto que en esa lengua el supuesto –ØPL no contrasta con alomorfo alguno.
Asimismo, ya que en la mayoría de cambios de categoría de adjetivo a verbo se observa en inglés un proceso derivativo mediante la adición del afijo –ise (legal > to legal-ise), algunos autores sostienen que casos como empty > to empty o fool > to fool deben ser incluidos también como ejemplos de lo que denominan derivación cero (zero-derivation). La existencia de un morfo cero se marcará así: to empty-Ø.
Si bien parece que la existencia de morfos cero es aceptada ampliamente por lo que se refiere a la morfología flexiva (cero alomórfico de plural), no está tan clara en casos de morfología derivativa. Bauer lo ejemplifica con round (adv), round (adj) y round (sust), y afirma que después de establecer alguna de estas formas como básica u originaria (pongamos por caso que fuera el nombre) deberíamos conceder que las otras dos poseen un morfo cero que marca su categoría, aunque ese morfo cero no contraste con ningún otro alomorfo paradigmático, como hemos visto en el caso de deer-ØPL. Por esta razón, concluye Bauer, se prefiere en estos casos la denominación de conversion (conversión) o functional shift (recategorización) a la de derivación cero.
Aronoff (2005), por su parte, equipara la zero-derivation a la recategorización gramatical en la medida que: “[zero-derivation] changes the lexical category of a word without changing its phonological shape”, lo que prácticamente iguala este procedimiento derivacional a la transcategorización pospuesta por Tesnière.
En palabras de López García: “la transposición es un recurso sintáctico destinado no a la creación de nuevas unidades léxicas sino a la capacitación de unidades léxicas o semánticas [ya existentes] para que funcionen como sustantivos, adjetivos o adverbios”, (adj>sust esférico>el esférico, v>sust andar> el andar, adj>adv limpio>jugar limpio). En vista de esto, no podemos menos de entender la recategorización como proceso "derivativo" un tanto peculiar, en la medida que altera la categoría léxica de la unidad primitiva sin alterar su forma mediante la adición de afijo alguno.
Aronoff continúa su análisis estableciendo una clasificación de los verbos denominales formados por derivación cero según su semántica, clasificación que toma de Clark y Clark (1979) y que extendemos aquí con otras categorías tomadas de Jackendoff (2002):
-Locación
Poner N sobre: blanket, saddle, roof, shelve, plate
Poner N en: butter, water, paint
Sacar N de: dust, scale, skin
Poner dentro de N: pocket, bottle
Mantener dentro de N: ground, cellar, kennel
-Duración
Pasar la duración de N: vacation, summer, weekend
-Agente
Actuar como N: pilot, referee, jockey
-Meta
Convertir en N: Fol., baby, cripple, powder
-Instrumento
Usar N: ship, blue, tape, staple, shampoo, fork, nail
(Aronoff incluye además algunos interesantes ejemplos de verbos eponímicos obtenidos a través de derivación cero, como lynch -linchar- que proviene de William Lynch, o boycott -boicotear- que proviene de Charles C. Boycott.)
Sin embargo, en la literatura peninsular abundan los especialistas que ven en la derivación cero un fenómeno morfológico donde es el tema, y no a la palabra, el que resulta inalterado formalmente.
Autores como Badia (1962) ya hablan de la derivación cero como proceso semántico de habilitación, que consiste en el hecho de que una palabra cambie de categoría gramatical sin alterar su forma.
Dentro de este proceso Badia incluye lo que él denomina lexicalizaciones de formas no personales del verbo (el berenar, el sopar, el bullit, el brodat), ciertas recategorizaciones (el uso de un adjetivo como un adverbio, por ejemplo parlar alt) y la creación de sustantivos deverbales (ajudar>ajut, dubtar>dubte). Vemos que en este último apartado, al contrario de los otros dos, no se mantiene la forma de la palabra (ni siquiera la del tema) y, por tanto, no cumple con su propia descripción de habilitación.
Tampoco Cabré (GCC) coincide con los autores anglosajones respecto a la derivación cero, ya que la caracteriza como fenómeno morfológico que cabe distinguir de otros procesos de formación de palabras donde la forma de las mismas no se ve afectada, como son:
-los procesos semánticos de extensión denotativa por metáfora o metonimia (virus informático, bucle de ADN)*.
-las lexicalizaciones de las formas no personales del verbo (la sortida).
-las reducciones (un cigar havà>un havà).
-los cambios de categoría (nombre a adjetivo: clau, adjetivo a nombre: imperdible, adjetivo a adverbio: net).
Para esta autora, la derivación cero en catalán es muy poco productiva, siendo los únicos casos los nombres deverbales (xisclar>xiscle, marejar>mareig), (nótese que para otros autores esto es formación regresiva), los verbos denominales (fum>fumar, glaς>glaςar) y los verbos deadjetivales (xop>xopar, exempt>exemptar).
Pena (GDLE) por su parte, no consideraría algunos de los ejemplos que expone Cabré como casos de derivación cero, en tanto en cuanto implican un cambio en la vocal del tema. Para Pena, la derivación cero o conversión se circunscribe exclusivamente a aquellos procesos donde el tema (incluida la vocal final) permanece inalterado:
-de sustantivo a verbo: ficha > ficha-r, lija >lija-r
-de verbo a sustantivo: ayuda-r> ayuda, compra-r>compra
Asimismo, este autor trata los morfos cero como un fenómeno propio de la morfología flexiva, que afecta a la segmentación fonémica de la palabra en morfos y a la asignación de estos como alomorfos a los morfemas propios de cada paradigma. Pena retoma en su análisis el caso del morfo cero de plural con que iniciamos la discusión:
"En casa-s y cordel-es están los alomorfos –s y –es que representan el plural, pero en crisis o caries donde la misma forma puede representar tanto al singular como al plural, el morfema de plural no está representado por nada. Para seguir manteniendo en el análisis el paralelismo entre el significante y el significado se recurre al morfo cero: crisis-Ø, caries-Ø, y del morfo cero se dice que es un alomorfo más de plural, junto con los alomorfos –s y –es.”
Obsérvese que, además de las formas acabadas en –s y que, por tanto, permanecen inalteradas tanto en singular como en plural (la crisis, las crisis-ØPL), el idioma español nos presenta otro problema: el de los pluralia tántum o palabras que se realizan sólo en plural (celos, apuros, ganas, provisiones). En estos casos no podemos alegar la existencia de un morfo cero de singular, sino que estaríamos hablando de lo que Mascaró (GCC) denomina defectivitat de la forma de singular:
"En la flexió es dóna un cas especial quan una o més d´una de les formes del paradigma són absents. Anomenem aquest fenomen defectivitat. Així, un nom com afores és defectiu respecte al singular perquè només s´usa en plural".
No debemos confundir, sin embargo, la defectividad de la forma singular en esos casos concretos con lo que Nida califica como cero morfológico, que sería en español la ausencia sistemática del morfo de singular, ya que nuestro idioma no realiza ese morfema.
De lo expuesto hasta aquí se desprende que responder a la pregunta del epígrafe es harto difícil, cosa que queda demostrada si comparamos los enfoques de varios autores. ¿De qué hablan entonces cuando hablan de derivación cero? ¿A qué se refieren específicamente?
Suscribo las palabras de Bosque (1982) cuando argumenta que es tan controvertido establecer un morfema sin morfo como un morfo sin morfema y añado que, muchas veces, como se ha observado, los especialistas se meten en camisas de once varas al intentar dar una explicación razonable a ese fenómeno.
Sin duda, el estudio sincrónico de un dominio diacrónicamente tan cambiante como es la morfología es un hándicap que hemos de tener en cuenta a la hora de interpretar los fenómenos que se dan en él. Bosque, de hecho, llega a dudar de que se pueda hacer una morfología sincrónica, es decir, un análisis morfológico que no tenga en cuenta la evolución de la lengua y los cambios que se producen en la misma.
En este sentido, es interesante que ciertos autores se hayan preguntado qué hacer con la “basura lingüística” (Lass: linguistic junk; Rudes: linguistic left-overs), es decir, la cantidad ingente de morfemas que han perdido su contenido semántico o su función morfosintáctica como resultado del cambio lingüístico, y que se mantienen como “functionless strings of morphemes floating around in the system” (Aronoff ibid.).
El mismo Lass, por cierto, fue el que se apropió del término biológico “exaptación” para aplicarlo precisamente al fenómeno mediante el cual morfemas desemantizados que ya no son productivos vuelven a reclutarse para llevar a cabo una nueva función.
Pero este es tema para otra entrada. De momento, dejo en el aire la pregunta inicial, a ver si a alguien le sugiere investigar un poco y hacer un buen trabajo.
5 comentarios:
Com ho hem d'anomenar no ho sé ben bé, però això del morf zero no em sembla que ens ho haguem de prendre tan estructuralistament. Vull dir que, com fan Bauer i altres, pots utilitzar el morf zero com a sistema de notació i com a descriptor d'un fenòmen però no per treure'n rendiment explicatiu, perquè tal com tu has demostrat, produeix problemes i absurditats.
Hola Eduard!
El problema es que no podemos usarlo como sistema de notación si no sabemos con seguridad qué fenómeno morfológico explica.
Un saludo,
Concha
Potser sí, el cas és que encara no domino la morfologia. Però no pot ser que a vegades no és que -ØPL sigui un al·lomorf de plural sinó simplement que hi ha paraules que són insensibles a la pluralitat?
No sé si lo llamaría asi, Eduard, pero, efectivamente, detrás de una defectividad morfológica, de una no realización de un determinado morfema (que exprese el valor de una categoría gramatical, el plural o el singular, por ejemplo)hay una serie de fenómenos cuyas pistas se pierden en el tiempo (no sabemos cómo surgieron ni a qué obedecieron)y que, por tanto, son poco "clasificables".
Por eso hablaba de la imposibilidad de hacer "morfología sincrónica", una morfología que no tenga en cuenta los cambios, las mutaciones, las analogías que se crean diacrónicamente.
Sens dubte, per mi, la sincronia porta a atzucacs prou sovint.
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