No, no me refiero a la dimensión afectiva de nuestra relación con las lenguas que hablamos. No hablo del apego emocional a las varias lenguas que aprendemos a lo largo nuestra vida, aunque es un tema que me ha fascinado siempre. George Steiner dice en Errata que él siempre ha sido perfectamente trilingüe: que ha pensado, soñado, discutido y amado en francés, inglés y alemán indistintamente a lo largo de su vida y que, por tanto, nunca ha podido decantarse afectivamente por ninguna de las tres lenguas. Fascinante.
Yo me refiero, sin embargo, a algo mucho menos poético. Hoy he leído que los sonidos del corazón, el famoso lub-dub (generado por el cierre rítmico de las válvulas auriculoventriculares, primero, y aórtica y pulmonar, después), ¡resulta que debe traducirse!
Así que al loro, traductores médicos, porque al igual que la granota hace rac-rac y no croac ni ribbit, y al igual que los gallos ingleses cantan cock-a-doodle-do y no cocoricó ni quiquiriquí, pues el corazón hace dup-teup en alemán, o rup-ta en turco. Vete a saber qué más idiomas habla...
Every day is a school day!!!
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