Cada vez que me enfrento a una faceta o una subdisciplina nueva de la lingüística me convenzo más de que un fenómeno tan natural como el lenguaje es en verdad algo maravilloso y complejo. Estoy haciendo algunas lecturas sobre la emergencia y evolución del lenguaje (desde el punto de vista filogenético) y es un tema que te deja, literalmente, con la boca abierta. Recomiendo vivamente a todos los interesados que se hagan con algunos volúmenes para este verano. La experiencia vale mucho la pena.
Wray, A. (ed.) (2002): The Transition to Language, Oxford: OUP.
Heine, B. y T. Kuteva (2007): The Genesis of Grammar, Oxford: OUP.
Tallerman, M. (ed.) (2005): Language Origins, Oxford: OUP.
Christiansen, M. H. y S. Kirby (eds.) (2003): Language Evolution, Oxford: OUP.
Lo interesante del estudio de la emergencia y posterior evolución del lenguaje (o, mejor dicho, de las lenguas) es que no hay “fósiles”: el lenguaje oral no deja huella, con lo que no contamos con ninguna prueba objetiva que nos permita saber a ciencia cierta cómo fue la protolengua de los primeros “homo loquens”. Contamos, tan sólo, con hipótesis más o menos plausibles, con aproximaciones teóricas en muchos casos interinas (entre las más cuestionadas últimamente está, por ejemplo, la del descenso de la laringe). Así, dependiendo de la rama de estudio (y aun de la escuela) en que se inscriba cada especialista, los modelos teóricos que se proponen para dar cuenta del mismo fenómeno son absolutamente dispares. Y, lo que es mejor, la mayoría de los escenarios protolingüísticos que se construyen, si bien basados en las conjeturas, son plausibles, es decir, se sostienen con argumentos, en la mayoría de las ocasiones, muy sólidos. Entre las cuestiones que se dirimen en la actualidad destacan:
-¿Evolucionó el lenguaje a partir de los gestos?
-¿Evolucionó el lenguaje a partir de las llamadas de los primates o como un sistema de comunicación pre-humano único y totalmente diferente?
-¿Emergió el lenguaje como un todo (es la llamada all-or-none theory), provisto ya con una estructura, o se fue lentamente configurando, haciéndose cada vez más complejo, más sintactitizado en estadios sucesivos? Y en ese sentido, ¿son las lenguas modernas sustancialmente diferentes de la o las protolenguas (uniformitarian versus non-uniformitarian hypotheses)?
-¿Fue la capacidad de conceptualizar el paso previo y necesario para hablar? ¿Fue el lenguaje diseñado en su origen para las mismas funciones que cumple en la actualidad?
-¿Pueden servirnos los hallazgos arqueológicos para determinar la fecha en que empezó a usarse el lenguaje (the great-leap-forward theory)?
-En cuanto a la metodología, ¿hemos de basar nuestro método de reconstrucción en generalizaciones extraídas del estudio diacrónico o, por el contrario, podemos dar cuenta de la evolución lingüística desde una perspectiva acrónica?
-¿Existe o no el paralelismo entre ontogenia y filogenia?
-¿Existen “fósiles lingüísticos” en las lenguas modernas, es decir, estructuras o elementos primitivos que nos permitan intuir cómo era el lenguaje de nuestros ancestros?
-¿Es la emergencia del lenguaje perfectamente explicable en términos de adaptación natural, esto es, puede concebirse estrictamente como un fenómeno biológico? Y si es así, ¿cuáles son las fuerzas que empujaron la necesidad de su traspaso generacional: la competición con otras especies por los recursos, la lucha sexual, la organización grupal para la búsqueda de los alimentos (the foraging theory), las crecientes necesidades comunicativas producto de la intensa vida social de los primeros homínidos?
Naturalmente, muchas de las teorías no son excluyentes entre sí, sino que pueden complementarse. Aun así, la pregunta sigue en pie: ¿con qué quedarnos? En esto reside, para mí, el atractivo del tema. Este es el acicate que te obliga a pensar y a relacionar, forzosamente, el hecho lingüístico con fenómenos biológicos, sociales y culturales. Es en este ámbito, más que en ningún otro, donde se hace menester, como bien defiende Newmeyer, un enfoque multidisciplinar (donde colaboren antropólogos, biólogos, expertos en computación, lingüistas, neurólogos y genetistas) que nos permita iluminar el fenómeno desde varias perspectivas, si no queremos acabar con una teoría fragmentaria o parcial.
El tema es apasionante, así que creo que dedicaré varias entradas más al asunto…
2 comentarios:
A mi també m'agrada la biolingüística i la paleolingüística. S'ha de dir així? S'ha de reconèixer, però, que és un terreny ben relliscós. Ara bé es molt interessant, ja que ajuda a pensar sobre l'ésser humà i la seva naturalesa pròpia.
De los cuatro libros que mencionas sólo me he leído el de Christiansen y Kirby, que resulta muy esclarecedor. Me pregunto cuánta gente hay en España que esté al corriente de estas cosas y esté investigando a un niuvel parecido al de las universidades del ámbito anglosajón, que se llevan la palma en este tema. Mucho me temo que en materia de evolución y origen del lenguaje estamos en el furgón de cola.
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